El jardin de espinas
Ilustracion para el siguiente cuento de un amigo:
El jardin de espinas
Y de repente despierto. Me encuentro en un jardín inmenso, un jardín de espinas. Tengo el cuerpo cansado y sangro por las heridas. No tengo la menor idea de cómo llegué hasta aquí. Llevo la mirada lejos y no veo otra cosa que no sean espinas. Intento apartarlas y avanzar, pero no se mueven. Miro hacia un cielo siempre nublado y me pregunto porque desperté, hubiera sido mejor seguir durmiendo y atravesar esta pesadilla sin siquiera darme cuenta. Escucho que las espinas se mueven. Doy la vuelta y veo un hombre que se acerca, me siento aliviado, seguro él sabe que hacemos aquí y cómo salir. Espero a que este lo suficiente cerca y le grito ayuda, nada, no responde, vuelvo a gritar y me ignora de nuevo, avanzo entre los filos la distancia que nos separa y lo tomo del brazo, voltea y puedo ver sus ojos muertos drenados de toda voluntad, jamás había visto algo así, rápidamente le suelto el brazo y puedo ver mi sangre mezclada con la suya. Le grito que esta sangrando y que puede morir, pero no existo para el. Sigue caminando y puedo ver como desaparece en la espesura. Maldigo mi suerte, no dejo de pensar en dormir, en desaparecer nuevamente. De repente escucho pasos muertos a mi alrededor, estoy rodeado por ellos, son miles y todos se arrastran con sus ojos muertos. ¿Cómo no pude verlos antes? Me pasan por al lado, parecen un río lento, un río muerto. Intento despertarlos, les grito, los golpeo, pero no se inmutan. Sus sentidos amputados no permiten que penetren mis expresiones. Jamás me había sentido tan solo. Algunos caminan mas rápido que los demás, esos son los que mas sangran, tienen una mueca parecida a una sonrisa en sus rostros. No veo niños, solo adolescentes, adultos y ancianos. Es un espectáculo asqueroso. ¿Me pregunto si yo fui como ellos? Tal vez yo también tenía los ojos muertos y sangraba sin dolor. No, imposible, yo soy diferente, puedo verlos y juzgarlos. Sí, yo soy distinto. Pero si soy distinto ¿por qué estamos en el mismo jardín compartiendo las espinas? Pienso profundo y no llegan las respuestas. El río de gente continúa pasando por mis costados, dirigen la mirada hacia donde estoy y no pueden verme, algunos hasta hablan entre sí pero sus oraciones no tienen sentido, son estúpidas. Ni los conozco y ya los odio. Pierdo el control y comienzo a golpear a uno en el rostro, descargo toda mi furia, el hombre no hace nada, se deja golpear. Me vuelve la conciencia al cuerpo y dejo de golpearlo. Se pone de pie y continúa su marcha como si nada. Quiero decir algo pero solo me sale un grito largo y desesperado. Respiro hondo y decido caminar, no importa la sangre, menos dolor, no puedo quedarme aquí esperando las soluciones. Camino soportándolo todo, camino sin saber a donde voy. Los cadáveres caminan a mi lado. Una espina me lastima y siento que un par de labios besan los míos. Debo estar volviéndome loco. Sigo caminando y una espina se siente como el helado de menta. Desespero de emoción y comienzo a atravesarme por todas las espinas, una se siente como el verano, otra es Julieta y una es el chocolate. No todas son dulces, algunas se sienten como la melancolía, la soledad o el desamor, pero no me importa, todas son reales. Miro hacia lo lejos y el jardín es hermoso. Por entre los cadáveres encuentro a mis hermanos, a mis amigos, a mis amores, a mis amantes, a todos lo que ya estaban y no podía ver. Sonrío y sigo caminando. Santiago Bubis
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